domingo, 28 de agosto de 2011

Super 8 (2011)

Producida por Steven Spielberg y dirigida por J. J. Abrams (productor de Lost y Fringe), cabía esperar algo por lo menos interesante de esta película, aunque bien es cierto que Abrams, o por lo menos sus proyectos, a veces se caracterizan por tirar la piedra, el gancho, el elemento interesante, y luego esconder la mano, sin aportar la coherencia y el contenido o trama de fondo que enlace toda la historia y le dé solidez. Fringe, que empezó así, luego se ha redimido y aún está a tiempo de conseguir una buena nota, pero aún no me fío. Y por otro lado es conocido el fracaso (para algunos como yo) de Lost en este sentido, a pesar de su increíble éxito comercial y alto interés generado en el seguimiento de la misma entre muchos en los que me incluyo. Triunfó en la audiencia y en conseguir emocionar a una legión de seguidores, pero para mí falló en la resolución. Dicho esto, tenía muchas ganas de ver Super 8.


Ambientada en 1979, Super 8 está escrita y dirigida por Abrams pero parece un homenaje a las películas de aquella época, principios de los 80, dirigidas por Spielberg, y me estoy refiriendo sobre todo a E.T., Los Goonies, y aquellas películas de ciencia ficción protagonizadas por una pandilla de chavales y con las que muchos hemos crecido.
La acción se centra, como digo, en un grupo de 5 chicos en edad escolar, que viven en un pueblo tranquilo de Estados Unidos, y que están rodando una película de zombies (detallazo). El protagonista es Joe, un chico que ha perdido a su madre recientemente, y que aunque aprecia a sus amigos, parece que conecta mejor con Alice, una chica que acaba de llegar al grupo. Durante el rodaje totalmente amateur, ocurre un espectacular accidente de tren, que encierra muchas incógnitas, pues parece que el tren transportaba algún secreto bien guardado por los militares, y que la cámara podría desvelar en el video registrado. Pero es que en aquellos tiempos se tardaba tiempo en revelar la película y han de esperar. Sin embargo, pronto tienen que escapar de los militares que los buscan para conseguir la película.

En su desarrollo la película es muy potente, entretenida, entrañable, muy divertida y emocionante. Se combina muy bien el elemento de terror invisible (no como los de Shyamalan y “El incidente”, aquí pasa algo de verdad), con la típica trama de amenaza alienígena, pero entrelazado con los problemas de los chicos y su desparpajo, que para mí es lo que mejor está conseguido del film.
Es inevitable establecer comparaciones con las películas citadas de Spielberg. Joe es huérfano de madre, Elliot lo era de padre, en ambas historias se encuentra un extra-terrestre que asustaba y pretende volver a casa, pero creo que más que la trama en sí, lo más parecido que yo encuentro es el ánimo de la película y la puesta en escena de los chavales. Esas escenas de cocina americana con los niños peleándose, los padres entendiéndose como pueden, todo lleno de trastos y juguetes, todo el mundo hablando a la vez, lo podemos encontrar en varias películas de la época (Poltergeist, E. T., Encuentros en la tercera fase, ...). Al estar ambientado en 1979, no encontraremos iphones ni consolas ni demás dispositivos punteros, sino walkmans, bicicletas y mochilas, que es lo que se llevaban entonces a todas partes, y eso sí, juguetes de Star Wars. En este sentido las escenas de persecución de E.T con las bicicletas las podemos encontrar aquí cuando son seguidos por todo un ejército en su propio barrio.
Por tanto, no me parece que sea una copia de aquél cine, sino una inspiración. Super 8 me ha dejado sobre todo muy buen sabor de boca, me trae muy buenos recuerdos, al cine de entonces y a cosas que hacíamos de pequeños, y la manera que está contada recupera el cine familiar de ciencia ficción que yo tenía realmente desaparecido salvo alguna excepción en los últimos años como “Donde viven los monstruos”, “Coraline”, “Mirrormask” pero incluso estas me parecen que no acaban de dirigirse a un público infantil a la vez que adulto, sino más bien a lo segundo. Me ha parecido una película muy interesante, más por la forma que por el fondo. Desde luego no es original, pero está muy bien hecha. A mí me ha encantado, pero si tuviera 10 años y no hubiera visto todas aquellas pelis de los geniales 80 todavía me hubiera gustado más.
Por cierto, atención a los créditos, donde se puede ver la película que ruedan los chicos. Muuuy divertida.

jueves, 11 de agosto de 2011

X-men: Primera generación (2011)

Aquí llega la siguiente película de los mutantes, tras la trilogía de X-men y el spin-off de Lobezno, ahora lo que pedía el cuerpo era una precuela, qué menos. A mí particularmente me parece que por lo menos las dos primeras de los X-men (vamos, las de Bryan Singer) son de lo poco salvable de las adaptaciones de cómics de Marvel al cine (junto con las de Iron Man y la primera de Spiderman). En este caso el director es Matthew Vaughn, que ya es veterano en esto de adaptar cómics, como hizo con Stardust (Neil Gaiman), que por cierto me gustó mucho, y Kick-Ass (Millar/Romita Jr), que tiene algunas cosas muy divertidas pero en general me aburrió bastante.
 
Cartel de X-Men: Primera generación (X-Men: First Class)

 
En este caso X-men: Primera generación, o First class en inglés, es la adaptación de los comics que han sido publicados en los últimos años, volviendo años atrás aprovechando la moda de las precuelas para volver a vivir los años del Profesor Xavier y los primeros X-men. Esta es la idea, revivir la juventud de Xavier, interpretado por James McAvoy, y su relación con el archienemigo de la Patrulla-X: Magneto, interpretado por Michael Fassbender (Eden Lake!!!!), que en sus años mozuelos eran colegas. Pero como viene pasando en todas las películas, la adaptación del comic al guión cinematográfico tiene solo pinceladas generales de eventos importantes en el universo-X, y los detalles están más sujetos a la espectacularidad y a la acción más que a la realidad de los argumentos del comic, la cronología de la historia y las relaciones entre personajes.

Por tanto, tenemos a un Charles Xavier joven, con pelo, cuando en su juventud tampoco consta que lo tuviera, forjando una amistad con Magneto que realmente nunca se narró en los comics de la época (años sesenta y setenta), sino que se narró en historias posteriores sobre el pasado. Bueno, yo los comics de First Class ya no los he leído. Soy más bien de los antiguos.

Pero, sin embargo, cuando los primeros X-men fueron Cíclope y Jean Grey (que ya salían en X-Men 1-3), el Hombre de Hielo (que salía como uno de los estudiantes en las películas anteriores), el Ángel (que también aparecía como un joven) y la Bestia, en esta adaptación los miembros de la primera Patrulla-X son, aparte de la Bestia, Kaos (que sí que formó parte de la original aunque no al principio, y siempre después que su hermano Cíclope), y Mística (que nunca formó parte, sino fue más bien villana). En las anteriores películas se habían complicado la opción de introducir al Ángel y el Hombre de Hielo, por un lado, y por otro lado han preferido no repetir con Cíclope y la Chica Maravillosa. En fin, un lío de personajes, que hace que la historia, ya de por sí fantástica, pierda realismo (hablar de realismo aquí es ni más ni menos que surrealista, ya lo sé). Para rematarlo, añadimos al círculo interno del club fuego infernal (enemigo de la segunda Patrulla-X), con Sebastian Shaw (Kevin Bacon) y Emma Frost, la reina blanca, y dos personajes que no soy capaz de identificar, entre ellos Azazel, una copia malvada de Rondador Nocturno pero en rojo, un tanto ridículo pero con muy buenos efectos, eso sí.

La historia en sí está ambientada en los años sesenta, con la crisis de los misiles rusos acercándose a Cuba. Los mutantes intervienen para detener a Sebastian Shaw, que quiere desencadenar la tercera guerra mundial en medio de los americanos y los soviéticos. En este marco, lo que se pretende contar es lo de siempre, el miedo y odio de los humanos a los mutantes, y los mutantes dividiendose en dos, los que quieren gobernar el mundo (Shaw) y los que buscan la integración y la paz (Xavier). Pero en medio de todos está Magneto, superviviente del holocausto nazi, que ha crecido con la venganza inculcada en el cerebro, y que piensa que lo que se trata de hacer con los mutantes es un segundo holocausto. Por tanto, para evitarlo decide atacar él antes, ser la especie dominante sobre los humanos, pero Xavier trata de detenerlo.

Hay alguna escena con submarinos y Magneto intentando evitar el inicio de la guerra, que es un guiño invertido al momento de los comics donde Magneto destruyó un submarino soviético porque lo estaban atacando, mostrando el maligno potencial que había en él y por lo que se le juzgó por un tribunal internacional años después.

Mi opinión sobre la película... Bueno, es bastante entretenida, pero no profundiza en el mensaje del racismo ni presenta grandes escenas ni argumentos en este tema. Además, tampoco la historia tiene una acción trepidante. Por todo esto, lo único interesante es vivir la recreación de momentos antiguos sobre los X-men (precuelísticos),  ver al duo Magneto/Xavier de jóvenes y la visualización de algunos personajes como Kaos o Ángel (Hada??). Pero el resto de los personajes, como Emma Frost, Mística o Moira McTaggart carecen por completo de la personalidad tan fuerte que tienen en los comics.

X-men: Primera generación. Una adaptación más, batiburrillo de idas y venidas por la cronología de un universo muy rico (gracias Stan Lee, Jack Kirby, Chris Claremont, Dave Cockrum, John Byrne, John Romita Jr., Marc Silvestri, Jim Lee, Frank Miller, Arthur Adams, ....) picando ideas y personajes de aquí y allí para hacer una película moderna de acción, fallando incluso en eso, y reinventando una historia más pobre que la original, y peor ejecutada. Momento interesante, al menos, cuando Charles y Erik, van a ofrecerle  un puesto a Lobezno y los manda de vuelta con su derroche de simpatía.

Se habla de secuelas (2) de esta precuela, ya veremos, y de segunda parte de Lobezno y también otra historia sobre Magneto. Seguiremos pendientes. Pero valdría la pena hacer menos películas de superhéroes, y que por lo menos una de cada dos fueran buenas.